José de la Paz Pérez /
El cuarto informe de gobierno de Evelyn Salgado Pineda no fue un mero acto protocolario, sino un ejercicio de reafirmación política y simbólica.
En su mensaje, la gobernadora colocó en el centro al “pueblo de Guerrero” como protagonista de los avances, subrayando que los logros no son exclusivos de su administración, sino resultado de la unión y el esfuerzo colectivo.
El tono emotivo, cargado de gratitud y esperanza, buscó transmitir la idea de que el estado vive un momento histórico de transformación.
Uno de los ejes más fuertes del discurso fue la reconstrucción tras el huracán Otis, una prueba que sacudió a Guerrero y que reveló la capacidad de resiliencia y organización social.
La narrativa se entrelaza con otros logros señalados: la protección de mujeres mediante leyes y protocolos pioneros, el reconocimiento a comunidades indígenas y afromexicanas como pilares culturales, y la incorporación de la Sierra como 8a. Región del estado, reivindicando territorios históricamente marginados.
El informe también tuvo un marcado acento político: la gobernadora reconoció a su gabinete, al Congreso, al Poder Judicial y a los municipios, pero reservó palabras especiales para los liderazgos nacionales.
Nombró al presidente López Obrador como “dirigente de época” y a la presidenta Claudia Sheinbaum como “la mejor presidenta del mundo”, dejando claro que su proyecto local está íntimamente ligado al rumbo de la Cuarta Transformación en el país.
Este vínculo no solo es político, sino emocional: “Amor con amor se paga”, dijo, en un guiño directo a la narrativa obradorista.
Más allá del balance de obras y programas, el discurso de Evelyn apeló al sentimiento comunitario. Enumeró a maestras, médicos, policías, madres y jóvenes como actores centrales de la transformación, reforzando la idea de que el gobierno no es una estructura distante, sino parte de un mismo pueblo.
Al citar un poema náhuatl para cerrar su mensaje, intentó anclar su gestión a la raíz histórica y cultural de Guerrero, evocando resistencia, identidad y continuidad: "Arrancaron nuestros frutos, cortaron nuestras ramas, quemaron nuestro tronco, pero no pudieron, ni podrán, matar nuestras raíces."
El reto, sin embargo, está en que la emotividad del discurso se traduzca en realidades tangibles y sostenibles.
La narrativa de esperanza debe convivir con desafíos persistentes: seguridad, desigualdad, pobreza estructural y la vulnerabilidad ante fenómenos naturales.
El reconocimiento de que “gobernar no es ocupar un cargo, es servir” marca una vara alta que la administración deberá sostener en lo que resta de su periodo.
El discurso de Evelyn Salgado deja claro el espíritu con el que se pretende gobernar: cercanía, gratitud y amor al pueblo. La historia dirá si esas palabras logran convertirse en legado.