José de la Paz Pérez
El movimiento denominado “Un día sin nosotras”, que pretendía alejar a las mujeres de todo tipo de actividad pública e incluso privada, como reclamo a la violencia desatada en contra de las integrantes de este sexo, finalmente no cumplió las expectativas, y esto se convirtió en “un día con menos mujeres”.
Se trataba de una misión poco menos que imposible: no todas las mujeres piensan igual, y por lo tanto no todas apoyaban el movimiento; así como no todos los hombres son machistas, y hay quienes sí apoyan este movimiento en público, e incluso quienes lo hacen desde sus hogares.
Hubo muchas otras circunstancias que también jugaron para que la meta original no se cumpliera: una de éstas fue que la iniciativa privada no se sumó a la flexibilidad mostrada por gobierno, en el sentido de que si alguna fémina se tomaba el día libre no habría represalias.
“¿Por qué no se sumó al paro de mujeres?”, se le preguntó a una trabajadora de una cadena de restaurante-cafetería famosa, a lo que contestó: “sí queríamos, pero la empresa no lo permitió”, así de simple.
Pero incluso en oficinas públicas, como la presidencia municipal, se vio a personal femenino laborando de manera normal, quienes al responder a la pregunta sobre el por qué, sólo dijeron un “nomás no se pudo”, es decir, que aunque hubieran querido…
LA RUTINA
Desde muy temprano, en el taxi colectivo iban dos mujeres -y quien esto escribe- como pasajeros, lo que dio la pauta para suponer que las amas de casa en general habrían hecho caso omiso al llamado de parar actividades.
Durante el camino, se miraba a las amas de casa llevar a sus hijos a la escuela, como un día cualquiera, como siempre.
Los mercados, los puestos ambulantes de comida, las misceláneas, las tiendas de autoservicio, y todo tipo de comercio, estaba siendo atendido, o visitado, prácticamente por el mismo número de mujeres.
Las calles, el Acabús, plazas comerciales como Galerías Acapulco, el Zócalo porteño –donde un día anterior fue escenario de protesta femenina- este lunes estaban abarrotados de mujeres.
Hubo reportes de que en algunos planteles de la UAGro, donde el sexo femenino es mayoría, sí se resintió la ausencia. Fue uno de los logros, sin duda.
Un paro realmente general hubiera desquiciado al país, de eso no quepa duda. No se logró, lo cual no significa que fue inútil.
La lucha seguramente seguirá: ni una más, dicen las voces a las que todos debemos unirnos, aunque habríamos de agregar que la lucha debería ser en contra de homicidios, abusos y violaciones de derechos, que se ejerce a diario en contra de las mujeres, pero también de los hombres, porque esos hombres, que también son asesinados, pueden ser nuestros hijos, hermanos o padre.
Y no olvidarnos de dónde nace el machismo y la violencia; de dónde nace pues, un feminicida: en el hogar. Hagamos del hogar un lugar de donde salgan mejores ciudadanos, y no habrá necesidad de que el gobierno nos ande cuidando, aunque sea su obligación.