José de la Paz Pérez /
Hoy vamos a retomar la narrativa de la oposición en México cuando decían que Andrés Manuel López Obrador era un peligro para México, vaticinio que finalmente no se cumplió, como todas las catástrofes que anuncian respecto a los gobiernos de la 4T, que sólo queda en deseos de que le vaya mal a México.
Y al retomar esa idea, hoy podemos afirmar con bases firmes que Ricardo Salinas Pliego sí es un verdadero peligro para el país, sus instituciones, su economía y para todos los mexicanos.
Y es que, la postura de Ricardo Salinas Pliego frente al pago de impuestos —minimizar la obligación fiscal, cuestionar la legitimidad de las instituciones recaudadoras y promover la idea de que cada quien debería decidir si paga o no según su criterio— abre una reflexión profunda sobre el impacto que tendría esa lógica si se extendiera a toda la sociedad.
Imaginemos, por un momento, que todos los mexicanos adoptaran la misma visión: que el cumplimiento fiscal es opcional, negociable o prescindible:
El resultado sería un país financieramente inviable. Ningún gobierno, del signo que sea, podría sostener la operación básica del Estado. No habría hospitales públicos, escuelas, programas sociales, becas, Guardia Nacional, pavimentación, puertos, aeropuertos, rescate ante desastres, ni nada de lo que hoy el Estado otorga.
Sería una regresión hacia un modelo donde sólo quienes pueden pagar acceden a servicios esenciales; una privatización total por omisión, no por ley. El Estado mexicano, ya de por sí presionado por desigualdades históricas, quedaría reducido a un cascarón simbólico.
También habría consecuencias económicas: inversionistas perderían confianza, la deuda se dispararía, los estados y municipios entrarían en parálisis, y se desataría una competencia desleal donde los que sí cumplen quedarían en desventaja frente a quienes no lo hacen.
Salinas Pliego ha sido, en este contexto, quien ha ganado miles de millones sólo por no pagar impuestos, mientras que quienes sí cumplimos no podemos contar con algún tipo de ahorro por este desacato a la ley...
¡Y todavía hay mexicanos que pagan sus impuestos y defienden a uno que no lo hace! Incongruencia total.
Además, si todos litigan, evaden o retrasan pagos indefinidamente, el sistema judicial colapsaría. La visión de “yo pago si quiero” sólo funciona mientras la mayoría sí paga; es decir, es una filosofía que se beneficia de que los demás cumplan.
El problema no es debatir el uso de los recursos —que es un derecho ciudadano legítimo— sino suplantar esa discusión con la idea de que el financiamiento del país puede depender de la voluntad individual.
Un Estado sin ingresos no es Estado. Es simplemente territorio. Y un país sin reglas compartidas pierde unidad, justicia y seguridad.
Por eso, si todos pensáramos como Ricardo Salinas Pliego, la pregunta real sería quién financiaría a México. La respuesta es simple: nadie. Y lo que no se financia, se desmorona.
Cuestión de enfoques.
