Claudia Sheinbaum y su primer año de gobierno: el Segundo Piso de la 4T, en firme

José de la Paz Pérez

Un año después de haber asumido la presidencia, Claudia Sheinbaum ha demostrado que el “Segundo Piso de la Cuarta Transformación” no es un castillo de arena, como profetizaban sus adversarios, sino una construcción política real que combina continuidad, datos duros y un estilo propio. 

El proyecto avanza, a pesar de la oposición que grita, los medios que denostan y los intereses que buscan sabotear cualquier logro.

Las cifras de seguridad lo dicen todo: reducción de homicidios dolosos, decomisos récord y una tendencia a la baja en la violencia que rompe con la narrativa de un país desbordado. 

La economía también resiste con estabilidad, salarios más altos y programas sociales que sostienen la base popular del gobierno. En el extranjero, Sheinbaum ya se ubica entre los líderes mejor valorados del mundo, con reconocimientos por su agenda ambiental y un estilo sobrio que la distingue de otros mandatarios de la región.

Para sus críticos, estos logros son apenas propaganda; para sus simpatizantes, son la confirmación de que el proyecto de la 4T no murió con López Obrador, sino que se consolidó bajo una científica con temple político.

Este primer año de gobierno ha marcado la construcción del segundo piso de la 4T, fortaleciendo los cimientos de un proyecto de justicia social, igualdad y bienestar para todas y todos, y demostrando que la historia de nuestro país también se escribe con la visión, la determinación y la fuerza de las mujeres 
Evelyn Salgado, gobernadora de Guerrero

Una oposición sin rumbo

La oposición ha encontrado en la denostación mediática su única estrategia: acusan a la presidenta de maquillar estadísticas, de perpetuar el clientelismo con becas y apoyos, de repetir los errores energéticos del pasado. 

Pero esa crítica se estrella contra un hecho incómodo: la popularidad de Sheinbaum sigue firme, rozando el 70 %, incluso más alta que la de muchos mandatarios recientes en su primer año.

Mientras la oposición apuesta al desgaste, Sheinbaum responde con datos. No hay gritos ni estridencias, sino informes, gráficos y políticas públicas que, aunque perfectibles, avanzan. 

Esa es quizá su mayor arma: la sobriedad frente al ruido.

Una presidenta que incomoda

Lo que incomoda de Claudia Sheinbaum no son sus errores —que existen, como en cualquier gobierno—, sino sus aciertos. Le incomoda a la oposición que no se haya desplomado su popularidad, que el país no se haya incendiado en su primer año, que las encuestas internacionales la coloquen como referente mundial.

El reto de la presidenta es monumental: convertir las estadísticas en realidades tangibles para la vida cotidiana de los mexicanos. 

Si lo consigue, no solo se consolidará el Segundo Piso de la 4T, sino que quedará claro que el edificio político que construyó la Cuarta Transformación tiene más pisos por levantar.

Mientras tanto, los gritos de sus detractores suenan cada vez más como eco en un edificio que, lejos de derrumbarse, se eleva.

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