José de la Paz Pérez
“No te derrotes, tú tienes fuerza de voluntad, tú puedes solo…”
Miles de almas reunidas en ese estadio de beisbol de Córdoba, Veracruz, habían escuchado las anteriores frases a lo largo de su existencia… y para solucionar un solo problema de su vida, por el que coincidentemente estaban aquí congregados, no les dieron resultado alguno.
Esas personas, prevenientes de varios estados de la República Mexicana, un día descubrieron además el axioma “Tú solo no puedes, pero sólo tú puedes”.
Y si en algo coincidían, era en el hecho de que algún día decidieron desaprender lo aprendido, un día decidieron derrotarse y, en contra de sus instintos, en contra de todo en lo que creían hasta ese día, se derrotaron.
Sorprendentemente, tras esa derrota comenzó en cada uno de ellos un crecimiento proveniente desde lo más profundo de su ser, se liberaron de ataduras que los mantenían haciendo daño a su alrededor, pero también sufriendo porque se hacían daño a sí mismos.
Y esa derrota se convirtió finalmente en el firme cimiento sobre el que comenzaron a edificar una vida -ahora sí- útil y feliz.
Ahora estaban aquí, escuchando historias de éxito, pero un éxito que tiene más que ver con el ser, que con el tener; un éxito basado más en aprender a quererse y querer a los demás; ese éxito que te da más felicidad cuando das que cuando recibes.
Había algo más en común en ese grupo de hombres y mujeres: habían dejado de beber -y algunos de drogarse- en momentos en que la sociedad, incluyendo su familia y quizá hasta los médicos, los habían desahuciado.
Todos, en diferentes niveles, habían tocado su “fondo”: desde perder a sus familias, empleos, negocios, hasta caer en hospitales, cárceles… y estar a un paso de la muerte.
Hoy están cumpliendo lo que nunca creyeron hace apenas algunos ayeres: un mes, un año, 10 e incluso 50 años de sobriedad con relación al alcohol; hoy recuperaron su salud, sus familias, sus empleos, sus negocios… pero lo más importante: recuperaron sus ganas de vivir, pero no vivir por vivir, sino vivir para servir y hacerlo de corazón; hoy disfrutan de dar sin esperar nada a cambio; hoy se aman y saben amar.
Parece cosa de milagro en tiempos en que hemos perdido la fe, pero sí, los milagros sí existen; este fin de semana se reunieron miles de milagros vivientes en Córdoba, en ese Congreso de Alcohólicos Anónimos de la Central Mexicana, integrante de Servicios Mundiales de AA.
Son seres que dejaron de luchar contra el alcohol y las drogas… y decidieron derrotarse.
Y comprobaron que Alcohólicos Anónimos es el único lugar en el cual, en lo concerniente a esta mortal enfermedad, si te derrotas, sales victorioso.
Aprendieron que para ser feliz no necesitas que se cumplan todos tus deseos o que pasen todas las cosas como queremos, sino que amanecer vivo hoy es razón más que suficiente para agradecer, pero agradecer de corazón.



